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| sábado abril 20, 2024

¿Son los Jihadistas Locos?


Teri Blumenfeld

Middle East Quarterly

Primavera de 2012, pp 3-13

 http://www.meforum.org/3190/are-jihadists-crazy

Los musulmanes que matan, en nombre de su religión, con frecuencia evaden el castigo en los tribunales occidentales, alegando demencia o incapacidad mental. Los miembros del jurado, jueces y psiquiatras forenses son propensos a aceptar la afirmación que algún tipo de incapacidad mental, no la creencia religiosa, explican el terrorismo «casero» jihadista en América del Norte y Europa.

Lo absurdo del enfoque actual de los juicios jihadistas, puede verse en el caso de Carlos Bledsoe. En el juicio por el asesinato del reclutador del Ejército de EE.UU., William Long, Bledsoe se quejó de indebidas presiones para que alegue demencia: «Yo no estaba loco o postraumático» La matanza estaba «justificada de acuerdo a las leyes islámicas y a la religión islámica», escribió Bledsoe.

Esta situación resulta del fracaso de los fiscales para enmarcar los actos de violencia jihadista como expresiones de fe. Este fracaso en enjuiciar rotundamente a los jihadistas proviene de varias fuentes: una profunda renuencia occidental para poner en tela de juicio a la religión; un culto de la corrección política; y una ingenua expresión de deseos cultural. Ver a los jihadistas como locos ofrece una presunción cómoda que ignora la cruda realidad de que musulmanes sin afecto, pero sanos, son seducidos por una ideología que propugna el odio violento hacia la civilización occidental.

Lobos Solitarios Jihadistas


El jihadismo es una ideología suprematista que busca lograr el establecimiento de un estado islámico global y la aplicación de la ley islámica, la sharia. Se basa tanto en esfuerzos políticos como en actos de violencia contra los «infieles». De acuerdo al examen del especialista en terrorismo, Steve Emerson, de las estadísticas del Departamento de Justicia[1], los islamistas radicales son responsables, desde los ataques del 11-S, de más del 80 por ciento de todas las condenas por terrorismo en Estados Unidos.[2]

En el pasado, la mayoría de la violencia jihadista era llevada a cabo por redes terroristas organizadas. Hoy en día, sin embargo, la forma más eficaz para golpear a Estados Unidos es convertir y radicalizar a ciudadanos y residentes de EE.UU. en terroristas que realizan ataques por su cuenta. Los así llamados «lobos solitarios» jihadistas son radicalizados, típicamente, a través de instituciones locales islámicas e Internet (salas de chat, blogs, sitios de redes sociales, etc.), donde tienen amplia difusión la enseñanza religiosa, los videos de propaganda e instrucciones para la fabricación de bombas. Algunos van al extranjero para obtener más instrucción, otros, simplemente, descargan un manual «cómo hacer».

Quizás, la fuente contemporánea más influyente de adoctrinamiento jihadista, fue la del fallecido Anwar al-Awlaki, un ciudadano de EE.UU. cuyos sermones han sido directamente vinculados a más de una docena de atentados terroristas[3] .Su mensaje, que sigue vivo en el ciberespacio, es muy sencillo.:

Implementaremos la regla de Allah en la tierra a punta de espada. Necesitamos hombres que estén dispuestos a ir hasta el final y no oculten nada a Allah. La religión de Allah no puede dar la victoria a través del servicio a tiempo parcial. Ésta no es una religión de fin de semana. El contrato es vender nuestras almas a Allah. La compensación es el paraíso.[4]

Aunque el lobo solitario jihadista, desde el punto de vista operacional, suele actuar solo, es parte de un conjunto bien definido, basado en Internet, cuyos asesinatos son, a menudo, meticulosamente premeditados. Puede planificar los ataques por su cuenta, pero lo hace con la instrucción, el apoyo y la dirección de una gran comunidad mayor de islamistas radicalizados – y con la aprobación tácita de un importante porcentaje de musulmanes (más del diez por ciento, según la mayoría de las estimaciones)[5] que admiran a los terroristas islámicos. Internet permite que los jihadistas lobos solitarios obtengan las «redes de apoyo e ideologías de validación»[6] que alimentan su transformación en asesinos. La masacre de noviembre de 2009 en Fort Hood por el Mayor Nidal Malik Hasan del Ejército de EE.UU., que dejó trece personas muertas y veintinueve heridas, se inspiró, al parecer, en la correspondencia del acusado con Awlaki. Adam Gadahn, propagandista de al-Qaeda nacido en Los Angeles, conocido por tener una poderosa influencia sobre los conversos, declaró más tarde:

El mujahid hermano Nidal Hasan nos ha mostrado lo que un musulmán justo, con un rifle de asalto, puede hacer por su religión y sus hermanos en la fe, y nos ha recordado cuánto orgullo y alegría puede infundir, un solo acto de resistencia y coraje, en los corazones de los musulmanes en todas partes.[7]


En este sentido, Hasan y sus compañeros jihadistas han tenido éxito, a juzgar por la cantidad de ataques caseros en suelo estadounidense que fueron frustrados en 2011. Dos estadounidenses, conversos al Islam, Abu Khalid Abdul-Latif y Walli Mujahidh, fueron acusados ??de «conspiración para asesinar oficiales y agentes de Estados Unidos». El reservista de Infantería de Marina, Yonathan Melaku, fue acusado de disparar armas contra el Pentágono y otras instalaciones militares en el norte de Virginia[8]. El soldado raso del ejército, Abdo Nasser, estaba en las etapas finales de preparación de un nuevo ataque en Fort Hood, cuando fue arrestado[9]. Emerson Begolly fue arrestado por publicar instrucciones para fabricación de bombas en Internet y por atacar a agentes federales, mientras su casa estaba siendo registrada[10]. Khalid Aldawsari, un estudiante saudita de ingeniería química, fue arrestado bajo la acusación de investigar objetivos a atacar, incluyendo la casa del ex presidente George W. Bush, e intentar construir una bomba[11]. Rezwan Ferdaus casi tuvo éxito en su complot para bombardear el Pentágono y el Capitolio.[12]

Locura Legal e Incompetencia Mental

 

Hay dos maneras en que un acusado que, innegablemente, asesinó o mutiló a alguien sin provocación, puede evitar la cárcel – ya sea con un veredicto de no culpable por razón de locura (NGRI) o ser declarado, de forma continua, mentalmente incompetente para enfrentar un juicio, los cuales tienen el efecto práctico de ubicarlo en una institución psiquiátrica. Las instituciones psiquiátricas tienen ventajas evidentes sobre la cárcel, además de la relativa diaria comodidad; estas instalaciones ofrecen al acusado la oportunidad de apelaciones periódicas para evaluar su salud mental. En el caso de Omeed Aziz Popal, quien atropelló a dieciséis peatones en San Francisco, tiene derecho a una audiencia de libertad cada dos años. Popal parece preferir la vida en un centro psiquiátrico: Cuando fue transferido a la cárcel de Fremont, en espera de acusaciones pendientes por el asesinato de un residente local, preguntó: «¿Hay alguna manera en que pueda volver al hospital de Napa»[13]. Yusef DeJarnette, que hirió a dos personas en tiroteos separados, ha estado viviendo en una institución psiquiátrica desde que fue considerado inocente por razón de locura. En una audiencia, Northcoast Behavioral Healthcare recomendó que fuera ubicado en un hogar grupal: «Si es liberado, el juez podría supervisarlo y establecer las condiciones de su libertad»[14]. Patrick Gott, un estudiante de Islamismo, cuya acciones evocaron brevemente los temores de terrorismo, ocho meses después de los ataques del 11-S, permanece en custodia estatal en el Centro Forense Feliciana de Jackson. Los médicos lo evalúan con regularidad y, si alguna vez lo declaran en su sano juicio y que no es un peligro para sí mismo o para los demás, la ley permite a un juez que lo deje en libertad. Sea que el jihadista apele periódicamente para determinar si ha recuperado su «cordura» y, por lo tanto, tratar de ser liberado, o la declaración de locura resulta en condiciones de vida superiores, la cuestión relevante es que los jihadistas son percibidos como locos en lugar de estar impulsados por obligaciones religiosas, tanto en la jurisprudencia como en la percepción pública. Esta errónea interpretación se auto perpetúa, porque mientras los jihadistas sigan siendo etiquetados como locos hay, consecuentemente, una falta de acción preventiva como resultado de una errónea identificación de la verdadera motivación.

Una defensa por capacidad disminuida o «locura parcial», puede ser utilizada para argumentar que el estado mental del acusado, en el momento del crimen, merece una acusación menos grave o una reducción de la pena, aunque no constituya un motivo de absolución. Hammad Samana, en 2008, conspiró para atacar instalaciones militares de EE.UU., Israelíes y judías en California. El único miembro nacido musulmán de su célula tuvo una sentencia más corta que las de sus tres compañeros de célula, porque tenía un papel menor en la trama y sufría de problemas mentales[15]. Samana fue declarado no apto para ser juzgado y ubicado en atención psiquiátrica. Finalmente, en 2009, fue condenado a setenta meses, menos de la mitad de la condena de los otros miembros de la célula, por su estado mental. «A la luz de los problemas mentales de Samana, en el momento del delito, tal disparidad está garantizada y justificada», dijo el juez Carney[16]. Nadim Haque fue declarado inocente de asesinato, porque sufría de una condición anormal de la mente. Fue declarado culpable de homicidio, en lugar de asesinato, porque actuó «bajo la influencia de ira extrema… La teoría detrás de estas defensas fue que la educación musulmana india tradicional de Haque, la experiencia de inmigrante y la condición psicológica influyeron fuertemente en su percepción».[17]


Aunque las definiciones de locura legal varían de país a país (y, en Estados Unidos, de estado a estado), casi todas requieren que una persona sea incapaz de distinguir entre el bien y el mal legales. Bajo la ley federal de EE.UU., una defensa por demencia requiere que «en el momento de la comisión de los hechos constitutivos del delito, el acusado, como consecuencia de una grave enfermedad o deficiencia mental, haya sido incapaz de apreciar la naturaleza y la calidad o la ilicitud de sus actos»[18]. Conforme a la legislación federal aprobada después de la absolución de John Hinckley Jr. por dispararle al Presidente Ronald Reagan, la carga de la prueba recae en la defensa, que debe mostrar «claras y convincentes» pruebas de locura. Hinckley disfruta de permisos de salida de fin de semana sin supervisión, como resultado de audiencias para evaluar su estado[19]. Las condiciones de vida, dentro del agradable ámbito de la instalación, son eminentemente más deseables que una vida en la cárcel. Como Hinckley describió en una entrevista a la revista Penthouse, poco después de su llegada, en un día típico en el [hospital] St. Isabel: «Veo a un terapeuta, contesto correo, toco mi guitarra, escucho música, juego al billar, veo televisión, como mala comida y tomo deliciosa medicación».[20]


De acuerdo con la Corte Suprema de EE.UU., un acusado es apto para ser juzgado si tiene «suficiente capacidad real para consultar con su abogado, con un grado razonable de comprensión racional» y una «comprensión racional, así como real, del proceso en su contra»[21]. Tales determinaciones son hechas por psiquiatras designados por el tribunal, no por los jurados.

Mientras que el fallecido Juez de la Corte Suprema, Benjamin N. Cardozo, conocido por sostener que alguien que cree sinceramente que Dios lo instruyó para matar sufre, ipso facto, de delirio demencial[22], este criterio, llamado «decreto deificado», no es ampliamente aceptado. Aunque se puede argumentar que «alguien que genuinamente cree que ha oído la voz de Dios ordenándole matar a otro… carece de la capacidad de razonar acerca de la calidad moral de su acción»[23], ésto no implica que no esté consciente de su ilegalidad o de sus consecuencias. En ausencia de pruebas convincentes que corroboren esquizofrenia u otros trastornos alucinatorios graves, afirmar haber recibido instrucciones divinas sobrenaturales o de otro tipo, no son ordinariamente suficientes para convencer a un jurado para absolver.

También es importante tener en cuenta que la horrorosa naturaleza de un crimen, por sí sola, no es suficiente evidencia de una «enfermedad o un defecto mental grave» (de lo contrario, el asesino caníbal Jeffrey Dahmer habría sido absuelto). En razón de estas restricciones, la defensa por demencia se emplea en menos del uno por ciento de los casos de homicidio doloso en Estados Unidos y tiene éxito en sólo una cuarta parte de los mismos.[24]


Defensas por Locura de Jihadistas


Aunque hay pocas razones para creer que los grupos operativos terroristas reconocidos son menos inadaptados que los lobos solitarios, la defensa por locura por parte de los primeros son raros (y rara vez tienen éxito). Ésto puede deberse al componente político atribuido a un miembro reconocido del grupo terrorista, cuyas acciones pueden ser entendidas como de naturaleza política. Se considera, generalmente, que los grupos terroristas reconocidos están en conflicto político, más que religioso, con Occidente, y hay, por lo tanto, una disociación cuando esta «guerra» es librada por un solitario «soldado de Dios». Por lo tanto, es el extremista musulmán solitario, que toma sobre si mismo llevar a cabo la voluntad de Dios, que tiende a impactar como loco a los jurados, jueces y aún psiquiatras forenses occidentales.

La mayoría de los jihadistas están demasiado comprometidos con su credo como para alegar locura, ya que sería un rechazo de las enseñanzas que los llevaron a cometer asesinato. Zacarias Moussaoui, el terrorista convicto vinculado a los atentados del 11 de setiembre, declaró que «rechaza la teoría de su equipo de defensa, designado por el tribunal, de que es un enfermo mental». Cuando le preguntaron si estaba loco, Moussaoui dijo: «Gracias a Dios, no lo estoy»[25]. Mohammed Bouyeri, el asesino de Theo Van Gogh, dijo en su juicio en Holanda, «Lo que me movió a hacer lo que hice fue simplemente mi fe. El Islam me obliga a cortar la cabeza de cualquiera que insulte a Allah y al Profeta»[26]. El que atacó Times Square con una bomba, Faisal Shahzad, advirtió: «Prepárense, porque la guerra con los musulmanes acaba de empezar. Considérenme sólo como una primera gota de la sangre que me seguirá». El inmigrante paquistaní de 31 años de edad, justificó su atentado en nombre del Islam, diciendo que «el Corán nos da el derecho de defender, y eso es todo lo que estoy haciendo».[27]


Los abogados defensores están dispuestos a magnificar cualquier historial de enfermedad mental, no importa cuán tenue sea, tratando de obtener absoluciones, evitar ir a juicio, o lograr penas reducidas para sus clientes jihadistas. Citan inestabilidad mental[28], depresión[29], falta de medicación[30], estrés post-traumático, escuchar voces[31] y delirios de persecución[32], para nombrar unos pocos.

Inocente por razón de locura: Aunque los jihadistas que alegan demencia podrían tener algunos antecedentes de enfermedad mental o, por lo menos, una gran cantidad de familiares que lo testimonien, ésto, por sí solo, no es prueba suficiente de inocencia. Incluso cuando un islamista radical que sigue arrasando con asesinatos, ocurre que es diagnosticado como esquizofrénico, no se desprende, necesariamente, que estaba legalmente demente durante la comisión del hecho – podría ser que su ideología lo llevó a eso, incluso si su enfermedad facilitó inicialmente la radicalización subyacente.

En principio, la evidencia del adoctrinamiento jihadista debería hacer insostenible un alegato de locura, porque ofrece un motivo presunto convincente, que la defensa está obligada a refutar con pruebas «claras y convincentes». Ésto es muy difícil de hacer, incluso si el acusado tiene un historial de enfermedad mental. A un adicto al crack, con esquizofrenia, que mata a alguien en el curso de un robo, se le hará difícil refutar que la adicción al crack fue el motivo, a menos que el fiscal omita o minimice el hecho que el acusado es un adicto al crack.

En la práctica, a los jihadistas les ha ido bien en repetidas ocasiones[33] y fueron absueltos, incluso cuando había pruebas sustanciales de motivación ideológica.

-En 2002, Nabil Ouldeddine fue declarado inocente por razón de demencia (NGRI) por apuñalar veinte veces a un judío ortodoxo en un autobús de Londres. A pesar de que más tarde les dijo a los psiquiatras que la voz de una mujer llamada Jennifer le había ordenado matar, la razón que les dio a los policías que lo arrestaron fue mucho más prosaica: «Israel son [sic] los asesinos. Matan mujeres y niños, así que yo lo apuñalé».[34]


-En 2003, Yusef DeJarnette fue declarado inocente por razón de demencia (NGRI) por herir a dos personas, en una serie de tiroteos al azar desde su bicicleta, en Shaker Heights, Ohio. En su casa, la policía encontró escritos expresando su odio a los blancos, un poster de Osama bin Laden y libros sobre fabricación de silenciadores para armas de fuego. Estaba suficientemente lúcido como para evitar su captura hasta que la policía rastreó las balas hasta él.[35]


-En 2008, Omeed Aziz Popal fue declarado inocente por razón de demencia (NGRI) por herir a dieciséis peatones con su camioneta en un prolongado atropellamiento que acabó afuera del Centro Comunitario Judío de San Francisco. Mike Mahoney, el inspector de policía que investigó el caso, se burló de la absolución: «Él sabía exactamente lo que hizo. Me dijo exactamente lo que hizo».[36]

-En 2005, el musulmán convertido, Patrick Gott, fue declarado inocente por razón de demencia (NGRI) por abrir fuego en el interior de un aeropuerto de Nueva Orleans, matando a una mujer. Gott, quien llevaba un Corán y gritaba «¡Allah!» durante el tiroteo, le dijo más tarde a la policía que se enfurecía cuando alguien se burlaba de su turbante[37]. A pesar de que la defensa presentó evidencia de enfermedad mental grave, su argumento de que esta enfermedad le llevó a cometer el crimen era débil. Dos psiquiatras forenses sólo declararon que «es más probable que no», que Gott era «psicótico, delirante paranoico, y experimentaba alucinaciones auditivas en el momento del tiroteo»[38], difícilmente satisfaciendo la carga de la prueba, normalmente requerida a la defensa.

La defensa por demencia no siempre es permitida por los jueces. En 2009, Muzzammil S. «Mo» Hassan decapitó a su esposa después de que ella solicitó el divorcio. Más tarde afirmó que había estado emocionalmente «fuera de control» cuando la mató. Pidió y se sometió a un examen psiquiátrico, pero el juez del caso dictaminó que sus abogados no podían usar una defensa por demencia debido a la demora de la defensa en la presentación de su caso.[39]


El abogado de la defensa civil del asesino de Fort Hood, John P. Galligan, dijo inicialmente que una defensa por demencia estaba bajo consideración, aunque nunca quedó claro si el propio Hasan estaba dispuesto a hacer tal declaración[40]. Sin embargo, Galligan dio marcha atrás luego de que un panel de tres miembros de salud mental del ejército evaluó a Hasan y salieron a la luz los detalles de su metódica preparación en los meses anteriores a la masacre. «Esa abundante planificación implica que tenía una comprensión clara de sus acciones y que entendía las consecuencias», dijo Anthony Ng, ex presidente de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría de Emergencia. «Es posible ser enfermo mental [y] aún así ser responsable de sus acciones si se es consciente de las consecuencias».[41]

Incompetente para ser juzgado: Obtener un fallo de incompetencia para enfrentar un juicio tiene el mismo resultado práctico que un veredicto NGRI – el acusado es confinado a una institución psiquiátrica. Los hechos del caso no son relevantes – el estado mental del acusado en el momento de la evaluación es la cuestión.

-En 2009, Hammad Samana fue declarado no apto para ser juzgado por cargos de conspirar para atacar una instalación militar de EE.UU., una israelí, y una judía en California. Ahora está en tratamiento psiquiátrico.[42]

-En 2010, un tribunal de París falló, por segunda vez, que Adel Amastaibou es un esquizofrénico paranoico y no es apto para ser juzgado por apuñalar a muerte, con sadismo, a su vecino en 2003[43]. «He matado a mi judío. Iré al paraíso»[44], declaró Amastaibou a la policía después del asesinato.

Disminución de la capacidad de defensa: Las defensas por capacidad o responsabilidad disminuidas se suelen utilizar para poner en duda si el acusado actuó con premeditación e intención de matar. Tales defensas pueden dar lugar a condenas por cargos menores.

-En octubre de 2010, un juez condenó a Hosam Smadi a veinticuatro años de prisión por intentar volar un rascacielos del centro de Dallas – menos que los treinta años permitidos por el acuerdo de culpabilidad con los fiscales – después de escuchar el testimonio de la defensa que sufría de esquizofrenia..[45]


-En 2007, el veterano de la guerra de Bosnia, Asim Cejanovic, intentó contrabandear una bolsa llena de explosivos en la embajada de EE.UU. en Viena. Durante el interrogatorio, indicó a Mehmed Djudjic, que tenía vínculos de larga data con los Wahhabí, círculos jihadistas en Bosnia, que le dieron la mochila[46]. En el primer día de su juicio, Cejvanovic declaró que tenía información importante acerca de los extremistas wahabí que deseaba «ofrecer» a Estados Unidos[47]. Sin embargo, tomando nota del tratamiento psiquiátrico de Cejvanovic para el trastorno de estrés postraumático, el juez dictaminó que no había pruebas suficientes para condenarlo por conspirar para bombardear a alguien, dado su frecuente contacto telefónico y por e-mail con la embajada, antes del incidente «no es una estrategia típica de alguien que trata de entrar en la embajada de EE.UU. para detonar una bomba»[48]. El tribunal lo condenó a quince meses de cárcel por tenencia ilícita de explosivos.

-En 2008, Khalid Alzghoul golpeó brutalmente a nueve personas, con un martillo, en una marcha del orgullo gay en Vancouver, mientras gritaba: «¡Éste es el día del juicio!»[49]. Después que su historial de enfermedad mental se elevó a la corte, Alzghoul fue absuelto del cargo de crimen de odio y condenado a dos años y medio de cárcel por asalto simple.

-En 2005, Ali Warrayat, nacido en Jordania, estrelló su automóvil contra una tienda Home Depot, sonando a todo volumen música árabe, con un Corán y una bandera palestina en el maletero, con la esperanza de prender fuego al departamento de productos inflamables. Después que un médico, designado por el tribunal, diagnosticó a Warrayat con esquizofrenia, fue condenado a tan sólo cinco años de prisión.[50]


La estrategia de alegato de locura no parece funcionar tan bien, si el demandado no coopera. En 2006, Mohammed Reza Taheri-Azar, dijo que el Corán le dio permiso para conducir un jeep contra una multitud de personas en la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill, hiriendo a nueve, para «castigar al gobierno de EE.UU., el enemigo de mis hermanos y hermanas en religión»[51]. El abogado de Taheri-Azar solicitó indulgencia en base a que «una enfermedad mental grave» afectó sus acciones[52],  pero la falta de remordimiento del acusado llevó al juez a darle la máxima sentencia posible.

Defensa con Exceso de Entusiasmo, Fiscalía con Bajo Entusiasmo


Aunque cada una de las estrategias legales arriba mencionadas, gira sobre los diferentes actores judiciales (jurados, psiquiatras forenses y jueces, respectivamente), los tres han demostrado su eficacia para los acusados ??jihadistas. Tanto es así, de hecho, que los jihadistas tienen una queja legítima sobre el sistema judicial de EE.UU. – están siendo sometidos a una presión indebida de los defensores públicos para alegar locura.

Ésto fue evidente en el caso de Carlos Bledsoe, un converso al Islam que ahora se hace llamar Abdulhakim Muhammad[53]. Bledsoe abrió fuego contra una estación de reclutamiento militar en Arkansas, matando a un soldado e hiriendo a otro. Después de su captura, confesó rápidamente el llevar a cabo lo que él llamó una «operación jihadista» y, posteriormente, se ofreció a declararse culpable de los cargos de asesinato.

Asombrosamente, sus abogados rechazaron su petición, y el juez dictaminó que no era mentalmente competente para decidir por sí mismo. Los expertos legales explicaron que no «tendría sentido» que un acusado, mentalmente competente, se declare culpable de cargos de asesinato capital[54]. Es interesante, no fue declarado mentalmente incapacitado para enfrentar un juicio – fue considerado legalmente competente, excepto respeto a su deseo de alegar responsabilidad por asesinato en nombre de Dios. Los abogados de Bledsoe decidieron montar una defensa por demencia en cuanto a sus objeciones y llamaron al estrado de los testigos al psiquiatra forense Shawn Agharkar, quien testificó que el acusado sufría de delirios de grandeza y persecución.[55]


Bledsoe protestó vehementemente, insistiendo en que el tiroteo fue un acto de guerra y alegando lealtad a al-Qaeda. «No estaba loco o postraumático, ni fui obligado a realizar esta acción», escribió Bledsoe al juez, agregando que estaba «justificada de acuerdo a las leyes islámicas y la religión islámica»[56]. Aunque finalmente se le permitió a Bledsoe declararse culpable a cambio de que los fiscales abandonen su demanda de pena de muerte, el espectáculo de un acusado siendo obligado a renegar de sus convicciones ideológicas y montar una defensa por demencia es sorprendente.

Mientras que la propensión de los abogados de los jihadistas para montar defensas por enfermedad mental es preocupante, ésto en sí mismo no es el problema. Los criminales acusados tienen derecho a una vigorosa defensa, bajo la ley de EE.UU., y ésto es exactamente lo que sus abogados se han esforzado por hacer. Más preocupante es por qué los abogados están teniendo éxito. Hay poco particularmente nuevo o imaginativo en su argumentación – han sido efectivos porque los jihadistas no han sido sometidos a una enérgica acusación como un reconocido grupo de delincuentes.

Una y otra vez, los fiscales han fracasado en posicionar a los acusados ??jihadistas dentro de una comunidad más grande de extremistas de ideas semejantes, que llevan a cabo actos similares en todo el mundo, aún cuando los acusados,? frecuentemente, afirman sus motivaciones Jihadistas durante sus ataques (sobre todo con la frase marca registrada «¡Allahu Akbar!» o «¡Dios es grande!»), después del arresto, durante su reclusión o en el curso de los procedimientos judiciales. Además, a menudo tienen material de adoctrinamiento islamista en su presencia en línea o entre sus pertenencias. Estos elementos de identificación constituyen las características del síndrome.

Los dos juicios de Naveed Haq subrayan cuán importante puede ser ésto para el veredicto del jurado. En julio de 2006, Haq abatió a tiros a seis personas en las oficinas de la Federación Judía del Gran Seattle, matando a uno. En las llamadas telefónicas desde la prisión a familiares, más tarde, dijo que estaba «orgulloso» de la acción criminal, llamándose a sí mismo «un soldado del Islam» y «un mártir» que «va a ir al cielo»[57]. Cuando los abogados de Haq interpusieron una defensa por demencia, en su primer juicio, los fiscales decidieron no presentar las llamadas grabadas como prueba, aparentemente por temor a que harían parecer loco a Haq y apoyar el alegato de locura. El jurado quedo estancado y el juicio se declaró nulo. Sin embargo, cuando esas pruebas se presentaron en su segundo juicio, Haq fue condenado[58]. Cuando a los miembros del jurado se les informa del contexto en el que se perpetra un ataque jihadista, son más propensos a rechazar un alegato por locura. «El jurado consideró que mantener puntos de vista extremistas no convierte a alguien en un loco, sino que lo hace peligroso», declaró la víctima Carol Goldman en una conferencia de prensa después del veredicto.[59]


Erróneas Percepciones Públicas


Privados de información relevante sobre la radicalización alcanzada y la virtual socialización subyacente del jihadismo, los jurados y los jueces, por igual, son más propensos a aceptar alegatos por locura. La brutalidad de estos crímenes, y la búsqueda de las recompensas celestiales que los motivan, parecen una locura. ¿Quién, en su sano juicio, mataría a gente indiscriminadamente? Rara vez se les pide a los jurados que consideren si el comportamiento que están evaluando  se ajusta a un patrón exhibido por miles de otros en la misma comunidad en línea. Del mismo modo, los fiscales y los jueces son reacios a considerar las creencias religiosas de los acusados. La Primera Enmienda protege el libre ejercicio de la religión, e implica que los tribunales no están autorizados a considerar si las creencias religiosas de una persona son falsas[60]. Sin embargo, no es probable que los arquitectos de la Constitución de EE.UU. previeran que, algún día, la religión sería utilizada por un segmento identificable de la población para atacar a estadounidenses. Aunque una agresiva acción judicial contra los jihadistas difícilmente puede considerarse una amenaza para el libre ejercicio de la religión, no obstante, está en desacuerdo con la forma en que algunos formuladores de políticas de Washington, eligen enmarcar públicamente la amenaza islamista.

En su afán de evitar la apariencia de impugnar al Islam, la administración Obama adoptó una nueva política de seguridad nacional, dos años de preparación, que utiliza el término general «extremistas violentos» para evitar enfatizar la amenaza planteada por el islamismo radical[61]. La Secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, reemplazó «terrorismo» por desastres «causados por el hombre»[62], mientras que la estrategia de la administración de seguridad nacional reemplazó el término «terrorismo islámico» por «extremismo violento»[63]. En mayo de 2010, el acrobático rechazo del Procurador General, Eric Holder, a reconocer, durante una audiencia del Congreso, que el islamismo radical podría ser un factor que alimenta el terrorismo casero, se convirtió en un éxito menor de YouTube.[64]


Este replanteamiento es el reflejo de una tendencia más amplia en los medios de comunicación. Las directrices oficiales de la Sociedad Estadounidense de Periodistas Profesionales recomienda «evitar el uso de combinaciones de palabras tales como «terrorista islámico» o «musulmanes extremistas» y sugiere definir jihad como el deseo «de esforzarse por el bien del Islam y de mejorarse uno mismo»[65]. El efecto de tales directrices es anular el debate público sobre la amenaza jihadista.

Temeroso de reforzar el estereotipo «musulmán terrorista», los periodistas suelen minimizar el componente religioso de las acciones violentas de los musulmanes e ignorar la evidencia del adoctrinamiento islamista. Ésto fue particularmente evidente después de la masacre de Fort Hood. «Me estremezco de que sea un musulmán… Creo que probablemente sea simplemente un loco», dijo Evan Thomas de Newsweek acerca de Hasan[66]. Joe Klein, de la revista Time, censuró los argumentos que la masacre «de alguna manera era una consecuencia directa de sus creencias islámicas”[67]. En palabras de Warren Richey, un escritor del personal de Christian Science Monitor, la «única conexión evidente entre Abdo y Hasan es que ambos son musulmanes estadounidenses que sirvieron en el ejército de EE.UU.”[68]. Esta actitud hace aún más difícil identificar los casos.

Tales comentarios muestran un fuerte trasfondo de expresión de deseos. Nadie quiere creer que ningún musulmán sano que sirve en el ejército de EE.UU. se radicalice a través de socialización en línea con al-Qaeda hasta masacrar a sus camaradas. Muchos se niegan a aceptar que «un verdadero estadounidense, [quien] juega fútbol, ??ayuda a su abuela y corta el césped de sus vecinos», como Bledsoe fue descrito por su abogado[69], podría radicalizarse hasta el punto de asesinar a soldados de EE.UU., sin ser loco.

La aplicación de la ley, obstaculizada por malas políticas y el temor a perfilar, supone (o al menos mantiene públicamente) que la religión es incidental en un crimen. Como explica un agente del FBI en Seattle, «La ideología es menos importante que la acción… no importa si es de identidad cristiana o islámica radical. Tenemos que centrarnos en esos muchachos que cometen crímenes»[70]. Por supuesto, los extremistas cristianos no llevan a cabo ataques terroristas por el mundo. A pesar de las preocupaciones acerca de la violencia contra el aborto por parte de fundamentalistas cristianos en Estados Unidos, tales ataques provocaron sólo nueve muertes desde 1970 (todos los autores fueron condenados; ninguno adujo demencia)[71]. En contraste, se estima que 51.319 personas han muerto a manos de terroristas islámicos, sólo en los últimos siete años y medio, y más de 84.323 fueron heridos.[72]

Desafortunadamente, a los jurados no se les pide que consideren si el comportamiento que están evaluando se ajusta a un patrón exhibido por miles de otros en la misma comunidad mundial. Sólo cuando el jihadista es un miembro de un grupo terrorista conocido, éste carácter común es reconocido y se rechaza la defensa por demencia, ya que se percibe como un acto hostil y político, más bien que una expresión de creencia religiosa.

Sea derivadas de ignorancia, corrección política o expresión de deseos, estos errores de percepción borran, efectivamente, un elemento crítico de la investigación y sanción del delito – la motivación. Si los que aplican la ley intentan ignorar la motivación, el carácter común, y las características comunes de los ataques jihadistas, no pueden esperar prevenirlos. Si a los miembros del jurado no se les informa de tales cosas, no pueden impartir justicia imparcial.

Conclusión


Michael Leiter, director del Centro Nacional de Contraterrorismo, se ha lamentado de la propaganda de al-Qaeda «diseñada para inspirar a individuos con ideas afines para que lleven a cabo ataques en sus países de origen»[73], pero ésto plantea, en primer lugar, la cuestión de qué les hizo tener «ideas afines». La gran mayoría de los que responden a este llamado no son locos; son radicalizados.

Melvin Bledsoe proyectó una gran cantidad de luz sobre el adoctrinamiento de su hijo Carlos, en un reciente testimonio ante el Comité de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes[74]. Carlos se convirtió al Islam y cambió su nombre, después de marcharse a la universidad en Nashville (difícilmente un foco de terrorismo) y frecuentar las mezquitas locales, en el otoño de 2003. Durante sus visitas a casa, trató de convertir a los miembros de su familia, incluso derribando la foto de Martin Luther King de la pared. En 2005, su familia lo visitó, sólo para encontrar que había abandonado la universidad y soltó a su perro en el bosque, alegando que el animal era considerado impuro en el derecho islámico.[75]

Bledsoe culpó a los grupos musulmanes de Nashville por la radicalización de su hijo, que lo convirtieron y facilitaron su viaje al extranjero, así como a la cultura de corrección política que permite a los islamistas organizarse libremente, siempre y cuando cumplan con la letra de la ley. «El temor de pisar los dedos del pie de una minoría especial, aun cuando un segmento de esa población quiera acabar con con Estados Unidos y todo lo que representamos»[76], es lo que radicalizó a Carlos, declaró. Es este temor el que impulsa los equivocados esfuerzos de los medios de comunicación y de los políticos a racionalizar los actos jihadistas como nacidos de la locura.

Los denodados esfuerzos de los que formulan las políticas estadounidenses para negar que el Islam radical sea un impulsor de la violencia jihadista, sólo han servido para comprometer el derecho del pueblo estadounidense a una investigación exhaustiva y al vigoroso procesamiento de aquellos que amenazan su seguridad. Mientras el terrorismo casero siga proliferando en los próximos años, los que aplican la ley deben estar capacitados para reconocer los signos reveladores de radicalización jihadista e informar libremente al público sobre sus hallazgos, al mismo tiempo que los fiscales no deben rehuir someter a juicio a los sistemas de creencias que alimentan la violencia. La definición legal de locura debería ser modificada para excluir de forma más explícita a los que son adoctrinados para creer que Dios quiere que asesinen a hombres, mujeres y niños inocentes.

Teri Blumenfeld es un investigador de Middle East Forum y del Departamento de Justicia para los juicios por recaudación de fondos para terrorismo.

 

 [1] «Statistics on Unsealed International Terrorism and Terrorism-Related Convictions”, Departamento de Justicia de EE.UU., Washington, DC, consultado el 5 de enero de2012.

[2] «islamistas son Dominantes en la lista del Departamento de Justicia de Juicios por Terrorismo», Noticias del Proyecto de Investigación, 9 de marzo de 2011.

[3l New York Times, 10 de octubre de 2011.

[4] «En el Nombre de Allah», TheReligionofPeace.com, consultado el 5 de enero de 2012.

[5] Daniel Pipes, «Contando islamistas», DanielPipes.org, 8 de octubre de 2008; Arutz Sheva (Beit El y Petah Tikva), 12 de septiembre de 2011; Al-Arabiya (Dubai), 12 de septiembre de 2011.

[6] Mark Juergensmeyer, Terrorismo en la Mente de Dios: El Aumento Mundial de la Violencia Religiosa (Berkeley: University of California Press, 1999), cap. 1.

[7] The Christian Science Monitor (Boston), 19 de octubre de 2010.

[8] WTOP FM (Washington, D.C.), 25 de julio de 2011.

[9] ABC News, 29 de julio de 2011.

[10] Fox News, 2 de agosto de 2011.

[11] Comunicado de prensa del FBI, Departamento de Justicia de EE.UU., Washington, DC, 24 de febrero de 2011; Fox News, 25 de febrero de 2011.

[12] ABC News, 29 de septiembre de 2011.

[13] Oakland (California) Tribune, 1 de septiembre de 2006.

[14] The Plain Dealer (Cleveland), 5 de diciembre de 2008.

[15] YNet News (Tel Aviv), 6 de marzo de 2009.

[16] The Orange County Register (Santa Ana), 17 de agosto de 2009.

[17] El Estado contra Nadim Haque, Supremo Tribunal de Justicia, Portland, 16 de febrero de 1999.

[18] Código de EE.UU. – Título 18: Delitos y Procedimiento Penal, Sec. 17. Defensa por Locura.

[19] «Biografía: John Hinckley, Jr.», American Experience, Public Broadcasting Service, consultado el 10 de enero de 2012.

[20] «John Hinckley en el St. Elizabeth Hospital: Todavía Buscando su Libertad», Universidad de Missouri-Kansas City Facultad de Derecho, consultado el 10 de enero de 2012.

[21] Dusky contra Estados Unidos, 362 EE.UU. 402, Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos, Octavo Circuito, St. Louis, no. 504, misceláneos., 18 de abril de 1960.

 [22] Ralph Slovenko, Psiquiatría en el Derecho/Derecho en la Psiquiatría (Londres: Routledge, 2009), p. 191; «Los Juicios por Terrorismo, y la Procedencia de la Defensa por Locura Religiosa» Prawfsblawg blog (Florida), 6 de enero de 2010.

[23] Morris B. Hoffman y Stephen J. Morse, «La Defensa por Demencia No Cumple con el Juicio” The New York Times, 30 de julio de 2006.

[24] «Preguntas Frecuentes sobre Defensa por Locura» Frontline, Public Broadcasting Service, consultado el 5 de enero de 2011.

[25] CNN, 14 de abril de 2006.

[26] «En el Nombre de Allah», TheReligionofPeace.com, consultado el 5 de enero de 2012.

[27]The New York Post, 6 de octubre de 2010. 

[28] Le Journal de Montréal, 14 de junio de 2007; «Musulmán De Montreal Que Mató A Su Hermano Ex Musulmán: Todos Aquellos Que No Son Musulmanes Son Satanás», Jihad Watch, trans, 14 de junio de 2007..

[29] «Ladrón de Autos de Minneapolis Mentalmente Enfermo, Sufre de Depresión y No Ha Estado Tomando Su Medicación», Jihad Watch, 1 de febrero de 2007.

[30] Daniel Pipes, «Más Incidentes de Negación del Terrorismo Islamista», DanielPipes.org, actualizado el 7 de agosto de 2009.

[31] The Times Picayune (New Orleans), 20 de mayo de 2005.

[32] Local Londres, 8 de abril de 2005; Air Force Times, 20 de mayo de 2005; Free Republic (Fresno), 11 de julio de 2005; CBS News, 11 de febrero de 2009.

[33] «Preguntas Frecuentes sobre Defensa por Locura”, Public Broadcasting Service, consultado el 16 de enero 2012.

[34] The Guardian (Londres), 18 de septiembre de 2002.

[35] The Plain Dealer (Cleveland), 3 de diciembre de 2003.

[36] The San Francisco Chronicle, 1 de agosto de 2008.

[37] Associated Press, 23 de mayo de 2002.

[38] The Times Picayune, 20 de mayo de 2005.

[39] The Buffalo News, 19 de septiembre de 2009, 13 de agosto de 2010.

[40] The New York Times, 20 de julio de 2011. 

[41]  Medscape News, 5 de noviembre de 2010.

[42] Agence France-Presse, 9 de marzo de 2009.

[43] YNet News (Tel Aviv), 5 de enero de 2010.

[44] The Jerusalem Post, 21 de enero de 2010; Mark Steyn, «Necesidad de despertar, Occidente simplemente cierra sus ojos», The Chicago Sun-Times, 26 de febrero de 2006.

 [45] «Fracasado Atacante con Momba de Dallas Bombardero está Último en una Larga Fila de Jihadistas que Alegan Enfermedad Menta cuando los Enjuician» Jihad Watch, 20 de octubre de 2010.

[46] Anes Alic, «Investigación de Antecedentes de Bosnios Involucrados en un Complot en Viena», Terrorism Focus (Jamestown Foundation, Washington, DC), 12 de octubre de 2007.

[47] «Tribunal de Viena No Ve Complot Terrorista Contra La Embajada De EE.UU», Embajada de EE.UU., Viena, 09 de abril 2008, publicado por Wikileaks, 30 de agosto de 2011.

[48] ??Ibíd.

[49] Xtra! (Vancouver), 19 de noviembre de 2009.

[50] The Arizona Republic (Phoenix), 24 de octubre de 2006.

[51] The News and Observer (Raleigh), 16 de marzo de 2006.

[52] Ibid., 6 de marzo de 2007.

[53] The Huffington Post (Nueva York), 25 de julio de 2011.

[54] The New York Times, 22 de enero de 2010.

[55] Associated Press, 22 de julio de 2011.

[56] The New York Times, 22 de enero de 2010.

[57] «Loco por Jihad», The Washington Times, 17 de diciembre de 2009.

[58] Ibíd.

[59] United Press International, 16 de diciembre de 2009.

[60] Primera Enmienda, Constitución de EE.UU…

[61] «Otorgar Poder a Socios Locales para Prevenir el Extremismo Violento en Estados Unidos», La Casa Blanca, Washington DC, agosto de 2011.

[62] Der Spiegel (Hamburgo), 16 de marzo de 2009.

[63] Stuart Gottlieb, «Guerra contra el Terrorismo: Obama Suavizó el Lenguaje, Pero Endureció los Corazones Musulmanes», The Christian Science Monitor, 14 de octubre de 2010.

[64] Eric Holder, testimonio ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes de EE.UU., Washington, DC, 13 de mayo de 2010.

 [65] «Directrices para Contrarrestar el Perfilado Racial, Étnico y Religioso», Sociedad de Periodistas Profesionales, Indianápolis, 6 de octubre de 2001.

[66] Charles Krauthammer, «Medicar el Asesinato en Masa», The Washington Post, 13 de noviembre de 2009.

[67] Joe Klein, «Fanáticos Extremistas Religiosos», Time Magazine, 7 de noviembre de 2009.

[68] The Christian Science Monitor, 29 de julio de 2011.

[69] CNN, 5 de junio de 2009.

[70] The Seattle Times, 25 de junio de 2011.

[71] Associated Press, 31 de mayo de 2009; Global Terrorism Database, Universidad de Maryland, College Park, Maryland, consultado el 16 de enero de 2012.

[72] Cantidades totales obtenidas del Worldwide Incidents Tracking System (WITS), Centro Nacional de Contraterrorismo, Washington, DC, para el período 1 de enero de 2004-30 de septiembre de 2011, consultado el 16 de enero de 2012; «Terrorismo Islámico en Suelo Estadounidense», TheReligionofPeace.com, consultado el 7 de enero de 2012.

[73] Dan Lungren, «Una Cuestión de Supervisión del Congreso», Cámara de Representantes de EE.UU., Washington, DC, 10 de marzo de 2011.

 [74] Melvin Bledsoe, testimonio ante el Comité de Seguridad Nacional, Cámara de Representantes de EE.UU., Washington, DC, 10 de marzo de 2011.

[75] Ibíd.

[76] El New York Daily News, 13 de marzo de 2011.

 


Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

 
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